Son esas cosas que se quedan grabadas a fuego con cada rescate que realizamos.
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Ver como aquellos seres a los que les has salvado la vida, asustados, tristes, algunos en muy mal estado físico y psicológico, terminan regalándote imágenes como esta, es altamente gratificante. Esa es la recompensa que tenemos ante tanto esfuerzo dedicado a los animales. Es la recompensa de dedicar tu día a día a ellos.
Felicidad, tranquilidad, libertad, por fin con derecho a la vida...
Umi y Pepa, tras una rehabilitación etológica para quitarles los miedos y vivencias, nos regalaron casi dos meses de juegos, carreras como nunca antes habían podido hacer en esa granja, besos, escenas divertidas pero, sobretodo, sonrisas como estas. Sonrisas que nunca olvidaremos.
La felicidad en estado puro.
Como os echamos de menos, pequeñas...
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